lunes, 9 de noviembre de 2015

LA OBRA AVANZA EN ASIA

En muchas zonas del mundo, ser cristiano significa poner en riesgo la propia vida y la de la familia. Los 11 países más peligrosos del planeta, en este sentido, están en Medio Oriente, Asia y África. En ese panorama conflictivo, decenas de pastores del Movimiento Misionero Mundial (MMM) llevan la Palabra de Dios.
    • La Obra avanza en Asia
    La Obra del Movimiento Misionero Mundial avanza en Asia, aunque no está exenta de serios peligros como la per­secución de cristianos. El Rev. Samuel David Mejía es desde hace cuatro años Supervisor del MMM en esa gran región del orbe, aunque viaja a esa zona para pastorear desde hace más de diez años con el objetivo de compartir la Palabra de Dios.
    ¿Cómo va la Obra en Asia?
    El Señor está haciendo cosas especiales. Han aparecido países que no estaban en la agenda. En este momento ya estamos en Filipinas, India, Malasia, Myanmar, Sri Lanka, Omán, Kuwait. En otros países como Malasia que es totalmente musulmán, te­nemos dos iglesias, pero está prohibido predicar en público, en la radio, en la televisión, en un artículo en periódicos o en el idioma principal del país.
    ¿Entonces como están avanzando?
    Los hermanos hacen obras sociales, buscan amigos y cuan­do ya consideran que alguien tiene amistad suficiente como para oírle, entonces le hablan del Evangelio. Se corre el riesgo de que una persona pueda quejarse ante el gobierno de que están tratando de convencerlo para dejar la religión musulmana y convertirlos en cristiano. Es ese caso, quién comparte la Palabra podría ir a la cárcel.
    ¿Ya se dieron casos de carcelería?
    No necesariamente, pero una vez enviamos a nuestra iglesia unas 20 revistas de Impacto Evangelístico en inglés y fue retenido en la aduana. Entonces el pastor tuvo que responder al juzgado por qué estaban introduciendo las revistas cristianas en el país. Esto sucedió en Malasia que es un país musulmán liberal, entre comillas. Allí permiten que haya iglesias cristianas, pero no se admite oficialmente la conversión de musulmanes al cristianismo. Hay una restricción muy tremenda.
    Ese es el caso de Malasia, pero ¿cuál es la situación en otros países?
    En otro como Myanmar, la antigua Birmania, que es budista, este año hablamos con abogados tratando de hacer el registro de la Iglesia del MMM ante el gobierno, pero no se pudo. Allí permiten iglesias cristianas, pero no las dejan oficializarse. Se hace difícil tener un registro de personería jurídica del gobierno y, por lo tan­to, comprar un terreno a nombre de la iglesia.
    En Kuwait, donde tenemos dos iglesias, un país totalmente musulmán que está en el Golfo Pérsico, permiten también la exis­tencia de iglesias cristianas, pero no que tengan propiedades.
    Las normas de restricciones son diferentes en estos países to­talmente musulmanes donde, de alguna manera, tratan de limitar la entrada del Evangelio.
    A parte del tema legal, ¿qué otros impedimentos existen?
    Uno de los impedimentos más fuertes en el Asia es la cantidad enorme de idiomas nativos que existen. Es muy común encon­trar diferentes idiomas en un solo país. Lo que nosotros hacemos es manejar el inglés para encontrar traductores de acuerdo a cada zona. Por ejemplo en la India, mínimo hay 29 idiomas oficiales.
    ¿Qué otras dificultades afronta la Obra para avanzar en es­tos países?
    En estos momentos en todo el Oriente hay varios grupos te­rroristas como el Estado Islámico, Boko Haram o Al Shabad, que actúan al norte del África, pero tiene representaciones en Asia que amenazan a los cristianos.
    El que tiene más presencia en la parte central y más orien­tal del Asia es Al Qaeda e Isis. El tema es que no solo estos grupos están haciendo persecución. En la India, hace dos años, entró un gobierno que es totalmente anticristiano y el slogan del primer ministro durante su campaña fue: “India solo para los hindúes”.
    ¿Cómo se traduce esta persecución?
    En algunas partes se apedrean los templos, hay abusos de vio­lencia física. Nosotros hemos tenido algunos sustos. Por ejemplo, en el estado de Orissa hubo un momento de persecución y perdi­mos la comunicación con nuestros 19 pastores.
    En estos momentos tenemos un pastor principal preso en Oris­sa. Él estaba llevando un programa social como acostumbramos en esos países y fue acusado sin prueba alguna de que hubo abuso de niños por un grupo de personas anticristianas. Hubo niños y niñas de este trabajo social que testificaron que no les hizo daño, pero al pastor no lo quisieron soltar.
    Nuestro supervisor en esa zona también estuvo a punto de ser apresado en este año. Tuvo que comparecer por el caso de este pastor arrestado en Orissa y quisieron apresarlo a él también y le hicieron unos cargos criminales, como que abusó de niños y los secuestró, pero el Señor obró felizmente. Uno de los pastores del área que tenía un hermano comandante del ejército intercedió y logró librarlo de la cárcel.
    ¿Qué otros casos de persecución violenta conoce?
    En Nepal, antes del terremoto, el pastor principal de una de nuestras cinco iglesias, testificó que, a comienzos de año, una tur­ba persiguió a un pastor de otra iglesia evangélica en la capital, lo alcanzaron y lo quemaron vivo públicamente.